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Nuestros Desafíos

Se nos presentan nuevos retos para el pensamiento crítico y los movimientos populares de resistencia por la democracia cultural en la región. Más allá de los lugares comunes de la investigación funcionalista y de los nuevos discursos centrados en lo tecnológico, con raíces en el tradicional pancomunicacionismo global, la era de la Sociedad de la Información constituye un problema político que interpela a académicos, profesionales y movimientos populares en su praxis y modelos de organización y lucha por la autonomía y la democracia emancipatoria.

 

Requerimos pensar y definir la naturaleza y alcance de los cambios en curso que están teniendo lugar con la revolución digital, así como, desde una perspectiva democrática, la incidencia o función específica que los medios y economías del sector de la comunicación y la cultura tienen en los avances y retrocesos democráticos que vive el subcontinente latinoamericano.

 

De acuerdo con el profesor Boaventura De Sousa, una nueva teoría crítica, capaz de superar los límites de la modernidad occidental, de sus tradiciones y omisiones dolorosas de otras formas de pensamiento y reflexividad históricamente silenciadas, pasa por:

 

desplegar una crítica de las fronteras disciplinarias heredadas de la tradición normalizadora positivista. Fronteras o límites al pensamiento que, si bien en la Comunicología no son habituales, han lastrado por lo general nuestra visión compleja y holística de la realidad;

 

transgredir las fronteras geográficas y culturales para la proyección de un diálogo transversal y multidireccional entre culturas, creencias y pensamientos diferentes: y;

 

finalmente, transformar, en línea con la tradición emancipadora, la relación teoría y praxis, desde concepciones ancladas o comprometidas con los grupos subalternos, a partir de estilos de investigación mucho más sociopráxicos y nuevas metodologías de investigación-acción participativa.

 

Necesitamos redefinir nuestras estrategias y las relaciones de dominación en la comunicación y la cultura global, más allá de las fronteras y de las delimitaciones artificiales de control político-militar que han marcado desde el siglo XIX la historia de la región. Este sin duda alguna es el principal reto para la defensa de un nuevo espacio multivalente, complejo y productivo de cooperación y promoción de la diversidad cultural desde el compromiso intelectual de los profesionales, académicos y militantes de los derechos sociales a la comunicación. Como afirma el filósofo Boaventura Sousa Santos, es preciso una epistemología del sur y para el sur.

 

Toda fórmula o pretensión cultural de “lo latino”, si no quiere ser una forma reactiva o arcaísmo ingenuo, pasa por la interpretación del pasado y del presente-futuro, desde el punto de vista utópico, esto es, como anticipación y voluntad transformadora de un futuro común. Evocar y reivindicar la cultura común ha de ser una forma de resistencia intelectual y político-cultural que recupere el potencial de la cooperación que alumbró el movimiento de países no alineados en los años setenta y el liderazgo de la teoría crítica latinoamericana en el NOMIC en la UNESCO. 

 

 

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